Un día de lluvia,
mire por la ventana.
Y una a una fui contando las gotas que previamente,
ya estaban impregnadas.
Me senté, para con templar la calle desierta, los coches mojados, y los bares cerrados.
Dibuje con el dedo, un corazón en el cristal empañado.
que con el tiempo, se borro.
Todos los días, dibujo ese mismo corazón, con tu nombre dentro.
y todas las noches, se desdibuja.
Cada día, te pienso, cada día te siento, cada hora, te nombro.
Enciendo una vela, y con el vaivén de la llama, me quedo dormida.
Apiada te de esa mujer, cual, motivo, solo quiere, es arreglar la situación.
Apiada te de esa humilde y frágil, joven.
Dolida, púes, se siente, frente a esa ventana.
Disipando así, su pequeña coraza.
Tú, sonriente y alegre.
Ella, llorando y desolada.
Con solo una compasión, un gesto o una mueca,
Liberas a esa mujer, de ese recoveco y de su infierno a encadenarse a esa ventana,
llorando, púes, se siente su corazón.
Compasión, nada más.